Un día se fueron, sin permiso,
cuando más los necesitábamos,
y caímos en un gran abismo
pero por siempre los recordamos,
por eso están siempre aquí mismo,
siempre en nuestro pecho tatuados,
en una lágrima lenta que asomó
en los momentos inesperados,
en una bella canción con su ritmo,
en los lugares hechos recuerdos.
No se han ido, son como un bálsamo,
como el aire de nuestro suspiros,
la rosa que un día nos perfumó,
los dulces besos de unos labios.
Si caemos en el desánimo
nos detenemos a recordarlos,
pero seguimos con el aplomo
el hilo rojo de nuestros destinos.
Vivian Esteban
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