domingo, 18 de diciembre de 2011

Una voz en la penumbra

Escarcha en las ramas, cristales relucientes en los caminos, amaneceres crudos, solitarios…
Aquella fresca mañana salí de la casa ha echar de comer al ganado, de camino a la cuadra algo llamo mi atención oí un chapoteo en el rio y pensé que seria el perro que se habría metido en agua, segundos después vi a un hombre bajar por el rio corriendo como una centella, me asuste pero seguí mi camino y entre en la cuadra. Cuando les estaba echando de comer a los cerdos, una voz jadeante me llamó por mi nombre y asustada le pregunte:
-¿Quién yes?
-Soy Pedro, ¿nun me conoces? toy heridu en un  brazu esos condenaos siguenme sin tregua y tengo mucho frio.
-¿Y qué puedo facer yo por ti?
 Había oído hablar de él, era de un pueblo cercano. Salí de la cuadra como si nada ocurriera y subí a casa, prepare un cazo de infusión y lo coloque con cuidado dentro de la lata de echar la comida a los cerdos, salí de casa con disimulo y sin pensar el riesgo que corría, volví a la cuadra se lo di y le curé la herida como pude, luego me fui para casa y él se quedo en la cuadra,  la intranquilidad recorría todos los rincones de mi casa.  Al oscurecer se oyeron disparos en el rio y temí lo peor. ¿Le habrían cogido? A la mañana siguiente le vi y me conto que al verse descubierto se escondió dentro de una rolla de castañal que estaba hueca en el rio. Se fue monte arriba y no se supo de el hasta pasados unos días que llegaron los rumores, lo habían matado en el monte. Nos acompañaba el miedo a todas horas, si en la noche se escuchaban pasos o alguien llamaba a la puerta nos echábamos ha temblar, incertidumbre, miedos, injusticias formaban parte de nuestra vida cotidiana y el transcurrir de los días.                                       

sábado, 10 de diciembre de 2011

Amistad





 Las amigas están ahí,
no importa cuánto tiempo
haya pasado y cuánta
distancia física exista.
Una amiga nunca está
demasiado lejos para
llegar a ella cuando la
necesitas.

Luces en las sombras



Se la dedico a mi compañera
de clase de informática
Agustina.
Es una fotografía tomada por ella en
Gijon a trabes del monumento
 Luces en las sombras.

martes, 22 de noviembre de 2011

Madres


Cuando estuve enfermo,
cuando necesite cariño,
cuando necesite ayuda,
amor, comprensión, consejo, besos,
esos besos que te llenan el alma y dan fuerzas ella
me lo dio si, me lo dio todo, la vida con todos sus
tropiezos, pero ahí estaba ella para apollarme, se que daría hasta su vida si hiciera falta y, siempre sin pedir nada a cambio,
porque ella es una madre....

lunes, 14 de noviembre de 2011

Y la mañana sangró (Las historias de la abuela)

  


Me despierta el canturreo de los pájaros, amanece. Como cada mañana me preparo para salir de casa, cojo mi lechera, me calzo las madreñas y voy camino de la cuadra caleya arriba, tengo que ordeñar las vacas, limpio la cuadra, echo de comer a las vacas y me siento en la tayuela a ordeñar, era una fresca mañana de primavera. Aquella mañana las vacas estaban inquietas, no solían mover ni el rabo eran muy mansas,  parecía que algo presentían. Unos disparos  enmudece el canto de los pájaros y rompe el silencio de la mañana.
La vaca de un salto se mate en el pesebre, la leche se derrama, me caigo de la tayuela y me pongo en pie como puedo. Me asomo a la puerta de cuarterón con cuidado de no ser vista, puedo ver a mi sobrino que esta un poco más abajo recogiendo nabos en el huerto con el burro, miro al otro lado y veo unos hombres que gritan no se qué, no les entiendo, vuelven a oírse disparos, veo a alguien que intenta esconderse dentro de la vara de hierva, aquellos hombres vestidos con bombachos, se acercaban cada vez más a la vara de hierva, el hombre que se esconde sale corriendo al verse descubierto, ellos le siguen fusil en mano y disparan de nuevo, él  cae abatido. Me quedo petrificada, siento miedo, rabia, impotencia …
Se acercan al huerto donde se encuentra el chico y le gritan, cogen  al burro y le cargan de bruces el cuerpo del malogrado, él  chico coge al burro del  ramal  y a tropezones baja caleya  abajo mientras ellos le empujan y le gritan. Les pierdo de vista y no se qué hacer, el miedo recorre todo mi cuerpo estoy paralizada.
Trato de calmarme y bajo para casa ha contar lo sucedido. Nadie sabe nada, nadie sabe qué hacer, no tenemos noticias del chico hasta pasadas varias horas, cuando llega y entre suspiros y angustia nos cuenta lo sucedido.
Le obligaron ha bajarlo al cuartel.
Más tarde se supo que era de un pueblo cercano, aquella fresca mañana de primavera se tiño de rojo amapola, una mañana que no olvidare jamás.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Sus manos


,

Deja volar su imaginación,
 en su mente un sin fin de viajes
 Londres, París,Berlin...
Postrada en su sillón un hilo de luz
 se refleja en su rostro

ilustración de Yosune
cansado y sus manos cogidas a las
 mías la transportan
hacia un viaje infinito...


jueves, 22 de septiembre de 2011

Atardecer en mar





Su gélido abrazo me envolvió y entre sus olas viaje por esos lugares que tanto amé,
en el ocaso de la vida...
en el ocaso del día...

Vivian Esteban.

viernes, 26 de agosto de 2011

El arte de envejezer

El arte de envejecer
consiste en conservar
alguna esperanza.
André Mourois


En los ojos de los jóvenes
vemos llamas, pero es en los
ojos de los mayores donde
vemos la luz.
Victor Hugo
Escritor francés


Cuando envejecemos,
la belleza se convierte
en  cualidad interior.

Raph Waldo Emerson

Hay que estar agradecidos
de nuestra edad,
pues la vejez es el
precio de estar vivos.







sábado, 13 de agosto de 2011

Las historias de la abuela.

Estas son las historias que nuestras entrañables abuelas
 nos contaban, quiero reflejarlas para que no nos olvidemos
 de los duros tiempos que les tocaron vivir, y lo que hicieron
 para que nosotras seamos hoy quien somos.Saludos Vivi.

lunes, 8 de agosto de 2011

paisaje








Cuando llega la seronda el colorido de los arboles es cálido y relajante...

domingo, 7 de agosto de 2011

Los caminos del trueque

Te invitare a caminar
conmigo si me haces
 agradable el camino.
A Milagros F.






Los caminos de la vida nos van puliendo como si fuésemos un diamante en bruto y, a lo largo de esta, brilla la sabiduría en nuestro ser. Pedregosos, duros y espinosos; pero nunca insuperables: hay que seguir siempre adelante. Fueron muchas las veces que recorrí caminos escabrosos con un horizonte incierto y llenos de peligros, acompañada por alguna de mis vecinas, cargada con lo que podía adquirir, telas, cacharros… 
Cogía mi cesta y el consejo de mí madre:Tú siempre adelante nunca mires atrás. Bajaba andando hasta Sama ,donde tomaba el tren hasta el Berron y, de allí, otra vez andado hasta Posada de Llanera. Allí canjeaba mis productos por otros de primera necesidad, que nuestra despensa acusaba: garbanzos, azúcar…Un día de aquellos se cruzó en mí camino un señor muy bien arreglado que me preguntó:
-¿Nun tendrá piedres de mecheru por casualidad?
Y, mirando a mí vecina, le contesté que si, ante la cara de asombro de ésta; la necesidad agudiza el ingenio y la picaresca.
-¡Ah, pues véndame unes cuantes¡
Me situé detrás de ella y saqué de la cesta un vestido que tenía plomos en la saya y, con mucha rapidez y disimulo, se los quité y se los vendí a aquel señor, que se fue encantado con su compra, ya que, según él, era difícil encontrar tal género. Aquel día se nos hizo tarde y pasamos la noche en la tenada de una buena mujer. Al día siguiente, fuimos a San Cucao y pasamos por delante de una lujosa casa que, al parecer, era del Caudillo: quedamos extasiadas contemplándola. Nos fijamos que la puerta se abría y una señora nos hacia señas para que nos acercásemos. Lo hicimos con timidez  y fue cuando nos explicó que era el ama. Nos invitó a pasar a la cocina, donde abrió un armario lleno de lo que tanto necesitábamos. Nos llenó la cesta y nos fuimos… no fuera que se arrepintiese, no sin antes agradecerle con lo poco que podíamos. Yo le di unas medias, que me agradeció mucho.
-Hoy no puedo daros más, si venís mañana lleváis otro poco.
Y así lo hicimos, pero llegamos tarde. El batallón se lo había llevado todo, así que nos fimos por donde habíamos ido con tan mala suerte de encontrarnos al señor que el día antes había engañado.
-¿Qué piedres son estes que nun  prenden, oh?
No supe qué responder y me eché a temblar, hasta que se me ocurrió decir:
-¡Ah, pues nun sé, yo  compréles en Sama… será que tan húmedes¡
Allá lo convencí como pude y nos fuimos más que a prisa, mientras él sacudía su bastón de forma amenazante. Nos sentamos un rato ha descansar. Mis alpargatas ya acusaban el roce del camino y dejaban entrever alguno de mis dedos torturados. Pero un bombardeo nos sorprendió y tuvimos que resguardarnos. En ese mismo instante, un proyectil impactó donde yo había estado sentada: aquel día volví ha nacer. Regresamos  con las provisiones que conseguimos. Hicimos otra buena caminata hasta llegar a casa, si no nos las requisaban antes por el camino.
 Al llegar al hogar, desfallecida, me recompensaba ver la cara de mis hijos, que me aguardaban: entonces el cansancio, el miedo y las penurias pasadas se me olvidaban.

Vivian Esteban 

viernes, 17 de junio de 2011

Maleta de ilusiones


ilustracion de Yosune


Palabras,  frases…fluyen como un manantial, dicen lo que piensa,  expresan lo que siente, se imprimen en el papel al compás del tecleo de su Olivetti, tac, tac,  tac,  tac,  tac, tac…
Emprenderán su destino,  un semanario local,  serán recortadas,  censuradas…
La abuela está en la cocina hablando con mamá y yo gateo por la casa, ajena a todo lo que ocurre. Me tropiezo con unos grandes zapatos bajo la cortina que separa la cocina del pequeño pasillo que da a la puerta de la calle. Retrocedo y se lo voy a decir a la abuela:
-¡Abuela , abuela¡ ¡Tienes ahí unos zapatos muy grandes¡
-¿Dónde, hija, dónde?
-¡Ahí debajo de esa cortina¡
La abuela se asusta y va corriendo hacia la cortina. La aparta y va hacia la puerta de la calle: es cuando se da cuenta de que estaba abierta: sin duda, los estaban espiando.
Yo no puedo comprender qué es lo que pasa,  sólo sé que no es nada bueno.
En la casa el miedo se apodera de todos: están nerviosos, lo noto; pero yo no puedo comprender el porqué.
Los días pasan y el temor sigue presente, hablan y hablan mucho y lloran más…
Pronto llegarán las amenazas: no hay más remedio, hay que partir,  huir a otro país…
Un carné falso, una maleta llena de ilusiones y desilusiones….
Los niños se quedan con los abuelos. Un día llaman a la puerta. Golpean con fuerza y tenemos miedo. La abuela abre y dos hombres con largas gabardinas le hacen preguntas en tono amenazador. La abuela responde. Machacan  todo, abren cajones, armarios, levantan los colchones, lo

revuelven todo y exacerban el tono de voz. La abuela calla y no pierde la compostura. Me asombra su temple pero no comprendo lo que pasa. Cuando se van, la abuela llora y todos lloramos. Pero papá está a salvo: se fue a otro país y allí no pueden hacerle daño, nos dice la abuela.
Me acuerdo de su partida y del libro que me dio y me dijo que guardase: Platero y yo. Lo tomé como un tesoro y aún me acuerdo de él cuando lo leo. El burrito blanco de algodón me transmite mensajes de libertad. Y espero su regreso. Algún día todo será como antes y nada ni nadie podrá separarnos… y traerá la maleta llena de sueños e ilusiones. Mientras, estaremos aquí al cuidado de nuestra querida abuela, hasta que lleguen tiempos mejores.

Vivian Esteban 

lunes, 4 de abril de 2011

La primera comunion

Los domingos él abuelo la llevaba a la iglesia, tenía que saberse la lección, una chica le hacia preguntas y ella respondía, era la hora del catecismo. La iglesia estaba llena de niños y niñas que como ella recibirían la comunión. A continuación la misa. Cuando terminaba el abuelo la llevaba de paseo, estaba tan guapa con su ropa de los domingos…Se acerca el día esperado, y llegado este, la ponen un vestido blanco heredado de su hermana mayor muy bonito si, pero con el inconveniente de que la quedaba corto pues ella era más alta, que desilusión le faltaba una cuarta para llegar al suelo, se la veían los zapatos que no la gustaban en absoluto, en la cabeza la colocan un moño postizo y una corona de la que cuelga un largo velo, se siente ridícula. Delante del altar el señor cura le dio la comunión y ella no mueve la lengua ni traga la ostia consagrada no valla a ser que lastime al señor pues le habían dicho que era el cuerpo de Cristo. Al salir de la iglesia sus padres la llevaron a casa de los familiares para que “admiraran” lo bonita que estaba. Ella se siente como un mono de feria y al final no sabía muy bien el significado de todo aquello. Pero en fin ya había echo su primera comunión.

Vivian Esteban

Blogs que sigo

Os recomiendo visitar los blogs que a continuación cito por su gran calidad  los sentimientos que en ellos hay y los temas de que tratan.
http://sentirycrecer.blogspot.com/
http://puertaycamino.blogspot.com/
estos dos pertenecen a mi querida profesora de pintura, un saludo para ella.
http://montselaal.blogspot.com/
http://esaotrapiel.blogspot.com/ y estos los descubrí navegando pos blogger y me encantaron.
También os animo a que hagáis comentarios a mis entradas, saludos y muchas gracias.

domingo, 3 de abril de 2011


Las historias y relatos que escribo son verídicas
lo único que cambian son los nombres por razones

obvias. Las pinturas que expongo son mías y me sirve como

entretenimiento. Espero no aburrirles demasiado gracias a todos
los que visitan mi blog. Que disfruten del domingo, saludos a todos.
Vivian Esteban.



lunes, 28 de marzo de 2011

Madres Somos


De nuestras entrañas nacieron,


en vuestras entrañas están,

pórtate bien con ellos no nos

traiciones…
Santa Bárbara ilumine la oscuridad

de tus profundidades…

domingo, 27 de marzo de 2011

Páginas en la vida de un minero

El rocío de la madrugada lo impregnaba todo. Se filtraba por las rendijas de las ventanas al comenzar una nueva jornada. En la montaña olía a heno y a romero. Los mineros se preparaban para acudir a la cita laboral. Antonio vivía en la cumbre y lo primero que veía era la niebla que abrazaba las montañas. Como de costumbre, se despidió de su madre, con el bocadillo en el bolso de su chaqueta y sus madreñas de clavos emprendió el camino. Este era pedregoso y oscuro. Se iluminaba con una pequeña lámpara, que había pertenecido a su difunto padre. Había quedado huérfano en la guerra cuando todavía era muy pequeño. A menudo recuerda el momento en que recibió la triste noticia. Se pasó horas llorando, tendido en la pradera. Hasta que alguien fue a buscarlo y trató de consolarlo. Tan sólo tenía dieciséis años cuando llegó al pueblo y se fue uniendo a los demás vecinos y parientes que, como él, bajaban a diario a las profundidades del pozo.


El sonido de sus pasos perturbaba el silencio de la mañana. Las madreñas eran ruidosas. El murmullo del río acompañaba a las partidas de mineros mientras iban contando anécdotas de la época y una “curuxa” encaramada en una rama los saluda al pasar. En época de nevadas el camino se dificultaba. Poco a poco, se fueron acercando al pozo San Luis y cada uno fue a su destino. Unos eran picadores, otros ayudantes y Antonio era caballista. Tenía maña para la doma de animales. El mineral por aquel entonces se extraía con mulas y, a veces, para que no se pusieran remolonas, se les ponía una chaqueta en la cabeza: así no veían su negro destino y no se negaban a entrar. Algunas, de tanto estar en interior de la mina, se quedaban ciegas.

Aquel día, como siempre, Antonio aparejó una de las mulas para meterla en la jaula; pero aquella vez se negó a entrar. Peleó y trajinó con el animal hasta que no pudo más: nunca había visto una mula tan tozuda. Las gotas de sudor arrollaban por su frente y lo dejaban rendido. Fue entonces cuando se acercó el jefe e insistió en que tenía que meter la mula a la fuerza. Como él ya no podía con el alma le respondió: métela tú si puedes.

Aquella respuesta le costó un castigo de tres días sin trabajo y sueldo, que era de doce pesetas el día. Trabajo no le faltaba, pues lo compaginaba con las tareas del campo: sembraban patatas, fabes y maíz, con lo que se alimentaban cumplidamente. El más afortunado poseía una vaca con lo que se añadía a la dieta un poco de leche.

Eran tiempos de lavar en el río, de acarrear el agua a las casas, de la cartilla de racionamiento. Más tarde Antonio se casó. Por entonces ganaba ya seiscientas pesetas. Teniendo en cuenta que el litro de aceite costaba cien, se entenderá que el sueldo no daba para mucho. Su padre también había sido minero: en las minas de monte de Miguelines. Luego llegaron las huelgas a finales de los años cincuenta y se prologaron en los años siguientes. Cada uno se las apañaba como podía. Por aquel entonces comenzaron las obras de la carretera al pueblo y tuvieron que ir ha trabajar en ellas. Todo se hacia a mano: no había maquinaria como hoy en día. Después pasó el tiempo y se hizo maquinista. Cuando se retiró hasta echaba de menos la mina.

Ahora cuenta las anécdotas de su vida a los nietos. Éstos le escuchan perplejos. No sé si le creen cuando les dice que comía “artos y algaroba”. El hambre puede con todo. Las casas del pueblo estaban todas habitadas por gentes que venían de todas partes ha trabajar en la mina. Sin embargo, hoy quedan cuatro vecinos naturales del pueblo. Los demás se fueron a medida que les iban mejor las cosas…


Vivian Esteban






domingo, 13 de marzo de 2011

Hilos de colores

Tras el cristal ve la vida pasar, divisa el campo, y las montañas son sus compañeras, primavera, verano, otoño e invierno aferrada a su silla los sueños se desvanecen, la confusión es su amiga, mientras que un rayo de luz se refleja en su cara cansada y las neblinas se acomodan en su mente aturdida. Por sus manos hilos y agujas pasaron, nada más. Añorando  besos y caricias de un amor que nunca existió. Un tren camino de la última estación de una vida vacía e incomprendida.               Vivian Esteban.

jueves, 3 de marzo de 2011

Florece el amor

La primera vez le vio, un torbellino de ilusiones se apoderaron de ella, era lo más hermoso que le había pasado, no se sentía capaz de sacar aquel ser tan frágil adelante, tenia miedo de no saber asumir su deber, cuando se lo pusieron en su regazo los miedos y el dolor desaparecieron, el instinto materno y su linda carita lo habían borrado. El amor que sentía en aquel momento era sin duda lo mejor que le había sucedido.

Flores


miércoles, 2 de marzo de 2011

Aromas del pasado


Mi barrio

Aquel no era un día como los demás no cavia ninguna duda, y si no para qué la iban ha despertar aquella mañana tan temprano. Medio adormilada aun, se mira de arriba abajo, aquel ropaje nunca antes se lo habían puesto, no la disgustaba le parecía estar bonita, lo que ya no la gusto tanto fue aquel mandilón a rallas que le pusieron encima, no acaba de entender el por qué de tapar el vestido azul marino tan bonito. Su abuela se apresura a peinarla, como siempre le da pequeños tirones y ella se queja, luego el desayuno para concluir con una maleta puesta en bandolera. Salen de casa y se dirigen al colegio esta a una media hora más o menos de camino. Ya están frente a un enorme portón que parece la quiera tragar, en el interior un gran patio lleno de niñas formando filas, la colocan en una de las filas, la abuela la mira sonriente, al tanto que ella no sabe si reír o preguntar ¿y que hago yo aquí?. De pronto suena una campana y las filas comienzan a avanzar una por una, ¡horror¡ su fila también se mueven, no puede dar crédito la abuela no viene se queda impasible mirando como se aleja, un torrente de lágrimas desciende por sus mejillas al tiempo que pierde a su querida abuela de vista, y un nudo en la garganta no la deja gritar; abuelaaaaa……….una señora con unas largas vestiduras muy extraña la dice que no llore. Aquella fue una mañana interminable, cuando al fin la dejaron salir de allí aun suspiraba. Los días sucesivos se iban haciendo más llevaderos, lo que más le gustaba era la hora del recreo, ella intentaba hacer nuevas amistades pero le resultaba algo difícil de conseguir, aquellas niñas la parecían un tanto mal educadas pues a la mínima la sacaban la lengua, la hacían sentirse como el patito feo, no la dejaban jugar y su timidez no la permitía expresar lo que en aquellos momentos estaría muy gustosa de decirles.

Al entrar en los pasillos sonaba una música que acariciaba sus oídos, aquella hermosa música la encantaba. De vuelta al barrio en el que vivía, una buena merienda de chocolate y pan, luego un poco de juego en la calle, eran muchos niños los que vivían en el bario, se jugaba a la comba, la goma, al castro, al escondite, la queda, las cuatro esquinas, la zapatillina, al veo veo, eso si todos eran de distintas partes de España , andaluces, extremeños, gallegos, pero todos se llevaban bien con sus distintas formas de ser y sus costumbres. Familias numerosas de hasta doce y trece hijos. Con el transcurrir de los días y los meses llega el fin de curso, se prepara un festival y en su clase formaran un coro en el cual ella iba ha actuar, estaba tan ilusionada y tan nerviosa que no sabia muy bien ni qué tenia que hacer llegado el momento. Y llego el esperado día, a todas sentadas ordenadamente se les fue entregando el instrumento asignado a cada una, a ella le dieron el triangulo, aquella enorme cortina de repente se echo a un lado para dejar ver una gran cantidad de gente que miraba hacia ellas, el terror se apodero de ella se le paralizo el cuerpo entero no acertaba ni a coger aquel ridículo triangulo que la habían encomendado y mucho menos a producir sonido alguno con el, solo debió de sonar un par de veces y a destiempo. Los nervios no la dejaban pensar con claridad, a todas las han venido a ver sus papas a ella no, tal vez la abuela este mirando en algún sitio pensaba. El resto de los días algo muy extraño pasaba pues aquellas niñas que al principio la ignoraban ahora querían ser sus amigas, ¿Dónde están tus papas? La preguntaban, ella no sabia muy bien que responder y contestaba con un no se. Fue entonces cuando empezó ha hacer preguntas en casa, y papa y mama ¿Dónde están?, la abuela la explica que sus papas están en Francia, y ¿a qué han ido a Francia?, a trabajar le respondía la abuela, y ¿por qué no trabajan aquí?, entonces la abuela respondía con evasivas. En su pequeña cabecita todo se confundía no sabia muy bien el porque de no ser como las demás y tener a sus papas como ella. Ellos los venían a ver una vez al año más o menos les traían muchas cosas, entre ellas juguetes, como aquellos no habían otros y cuando salían a la calle ella y su hermana con sus muñecas que andaban, lloraban y se movían todos los niños las rodeaban para ver aquella novedad.

El tiempo fue pasando y se fue haciendo mayor, cuando tenía nueve años los abuelos les dijeron a ella y a sus hermanos que sus papas iban a regresar para estar con ellos para siempre, les hizo una gran ilusión. Regresaron y con ello muchas novedades y cambios.

martes, 1 de marzo de 2011

acuarelas


ELLAS

Cabellos plata, manos de seda, dulce sonrisa, surcos esculpidos por el tiempo en su semblante, recuerdos perdurables importantes y afables, aromas de castañas, añoranzas, nostalgias eternas, guardiana y centinela de hijos y nietos, un viaje lleno de sueños y fantasías. Entregada a los demás sin importarle nada. Raíces aferradas a los suyos. Seguiremos adelante con los valores que nos enseñaron ellas, sabias que lo dieron todo por nada. Rastros de luz en el tiempo.

(Para ellas)


Las abuelas.                   

jueves, 17 de febrero de 2011

La molinera

                                     

Los amaneres de la molinera eran los propios de cualquier mujer de aldea de la época.
Nos remontamos al año 1920, a una aldea Asturiana. Allí se trabajaba sin fatiga de sol a sol.Comienza el trabajo de la molinera: se apresura ha encender el fuego, pues ha de preparar el almuerzo del minero, que consistía, básicamente en torreznos de tocino y boroña. Se va el marido caleya abajo para la mina, mientras le va encargando una larga lista de tareas " Acuérdate de que hoy tienes que moler y, cuando termines, suelta las vacas al pasto y, de la que vienes, traes una carga de leña...".La molinera,entre tanto, prepara el almuerzo para sus cuatro hijos, más otra niña que crió como si fuera suya.. Se va dejándolos solos. Los más mayores cuidan de los más pequeños. Va camino del molino. Lo pone en marcha y comienza la molienda del maíz y de la escanda. LLevan a moler el grano gentes de los pueblos colindantes, grandes cantidades de maíz mayormente. La molinera muele y se queda con una pequeña parte como cobro de la labor, la maquila. Su marido se encarga de picar la gran rueda de piedra de vez en cuando, con la ayuda de una piqueta; era algo así como afilarla para que machacara mejor el grano. Terminada esta labor, va a la cuadra y suelta las vacas para llevarlas al pasto, que estaba bastante lejos de allí. A la vuelta, como su esposo le encargó, recoge la leña y prepara una buena carga, que transporta sobre sus espaldas hasta el pueblo. Llega a casa y comprueba que los niños están bien y se va a la cudra a sacar el estiércol, para que todo esté limpio cuando el ganado vuelva del pasto más tarde. Hará las tareas del hogar: traerá el agua de la fuente, en un gran caldero de cinc sobre la cabeza, para fregar los suelos de tabla con arena. Éstos tenían que quedar como los chorros del oro. Arena que iba a comprar a otro pueblo lejos de allí y traía en sacos que cargaba en el caballo.
Cuando termina todo esto, da de comer a los hijos para irse a la huerta a sallar el maíz y la escanda durante tardes enteras.
Hace la colada en el río, que transporta en la cabeza en una gran balsa, en la que remoja desde el día anterior. Todo esto más o menos a diario.
En verano se agrega la epoca de la hierva y tendrá que madrugar aun más. Pues ha de preparar el almuerzo de los segadores, que consistía, primordialmente, en sopas de ajo, y llevarlo en una cesta sobre la cabeza. Se quedará para ayudar a recoger la hierva y transportarla en grandes cargas o sábanos sobre su cabeza hasta el pajar o tená.
No nos olvidemos de la época de la esfueya del maíz.Alrededor del fuego, todos colaboraban en la tarea: hijos, abuelos y vecinos que se aprestaban a ayudar. Por lo cual se les daba en agradecimiento la garulla, que consistía en un puñado de avellanas o unas pocas manzanas.
En época de matanza, se hacia el San Martin, sacrificando el cerdo que, durante todo el año, la molinera cebaba para su engorde.
En casa de la molinera no se pasaba hambre, porque nunca faltaba el pan de escanda y la boroña, así como todo lo que recogían en el sembrado que surtía la casa para todo el año. La molinera tenía las manos encallecidas y un buen corazón. Todos la recuerdan como una gran mujer: trabajadora,honrada,arrogante y prestamosa.


Vivian Esteban.