Corazones de cristal, frágiles,
con un golpe de la vida quiebran en mil pedazos.
Limpios
como el agua del rio que fluye por el cauce de la vida,
como
el cristal que choca en el brindis
del
amor y festeja los fracasos.
Fragmentos
imposibles de recomponer
sangrando
las heridas.
En
cada amanecer, en cada palpitar, un rastro
de
amor siempre quedara.
Y
un tintineo de añicos en un redoblar.
Las
aguas turbias van, mas déjalas reposar y solas
cristalinas se volverán.
Vivian Esteban
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