miércoles, 2 de marzo de 2011

Aromas del pasado


Mi barrio

Aquel no era un día como los demás no cavia ninguna duda, y si no para qué la iban ha despertar aquella mañana tan temprano. Medio adormilada aun, se mira de arriba abajo, aquel ropaje nunca antes se lo habían puesto, no la disgustaba le parecía estar bonita, lo que ya no la gusto tanto fue aquel mandilón a rallas que le pusieron encima, no acaba de entender el por qué de tapar el vestido azul marino tan bonito. Su abuela se apresura a peinarla, como siempre le da pequeños tirones y ella se queja, luego el desayuno para concluir con una maleta puesta en bandolera. Salen de casa y se dirigen al colegio esta a una media hora más o menos de camino. Ya están frente a un enorme portón que parece la quiera tragar, en el interior un gran patio lleno de niñas formando filas, la colocan en una de las filas, la abuela la mira sonriente, al tanto que ella no sabe si reír o preguntar ¿y que hago yo aquí?. De pronto suena una campana y las filas comienzan a avanzar una por una, ¡horror¡ su fila también se mueven, no puede dar crédito la abuela no viene se queda impasible mirando como se aleja, un torrente de lágrimas desciende por sus mejillas al tiempo que pierde a su querida abuela de vista, y un nudo en la garganta no la deja gritar; abuelaaaaa……….una señora con unas largas vestiduras muy extraña la dice que no llore. Aquella fue una mañana interminable, cuando al fin la dejaron salir de allí aun suspiraba. Los días sucesivos se iban haciendo más llevaderos, lo que más le gustaba era la hora del recreo, ella intentaba hacer nuevas amistades pero le resultaba algo difícil de conseguir, aquellas niñas la parecían un tanto mal educadas pues a la mínima la sacaban la lengua, la hacían sentirse como el patito feo, no la dejaban jugar y su timidez no la permitía expresar lo que en aquellos momentos estaría muy gustosa de decirles.

Al entrar en los pasillos sonaba una música que acariciaba sus oídos, aquella hermosa música la encantaba. De vuelta al barrio en el que vivía, una buena merienda de chocolate y pan, luego un poco de juego en la calle, eran muchos niños los que vivían en el bario, se jugaba a la comba, la goma, al castro, al escondite, la queda, las cuatro esquinas, la zapatillina, al veo veo, eso si todos eran de distintas partes de España , andaluces, extremeños, gallegos, pero todos se llevaban bien con sus distintas formas de ser y sus costumbres. Familias numerosas de hasta doce y trece hijos. Con el transcurrir de los días y los meses llega el fin de curso, se prepara un festival y en su clase formaran un coro en el cual ella iba ha actuar, estaba tan ilusionada y tan nerviosa que no sabia muy bien ni qué tenia que hacer llegado el momento. Y llego el esperado día, a todas sentadas ordenadamente se les fue entregando el instrumento asignado a cada una, a ella le dieron el triangulo, aquella enorme cortina de repente se echo a un lado para dejar ver una gran cantidad de gente que miraba hacia ellas, el terror se apodero de ella se le paralizo el cuerpo entero no acertaba ni a coger aquel ridículo triangulo que la habían encomendado y mucho menos a producir sonido alguno con el, solo debió de sonar un par de veces y a destiempo. Los nervios no la dejaban pensar con claridad, a todas las han venido a ver sus papas a ella no, tal vez la abuela este mirando en algún sitio pensaba. El resto de los días algo muy extraño pasaba pues aquellas niñas que al principio la ignoraban ahora querían ser sus amigas, ¿Dónde están tus papas? La preguntaban, ella no sabia muy bien que responder y contestaba con un no se. Fue entonces cuando empezó ha hacer preguntas en casa, y papa y mama ¿Dónde están?, la abuela la explica que sus papas están en Francia, y ¿a qué han ido a Francia?, a trabajar le respondía la abuela, y ¿por qué no trabajan aquí?, entonces la abuela respondía con evasivas. En su pequeña cabecita todo se confundía no sabia muy bien el porque de no ser como las demás y tener a sus papas como ella. Ellos los venían a ver una vez al año más o menos les traían muchas cosas, entre ellas juguetes, como aquellos no habían otros y cuando salían a la calle ella y su hermana con sus muñecas que andaban, lloraban y se movían todos los niños las rodeaban para ver aquella novedad.

El tiempo fue pasando y se fue haciendo mayor, cuando tenía nueve años los abuelos les dijeron a ella y a sus hermanos que sus papas iban a regresar para estar con ellos para siempre, les hizo una gran ilusión. Regresaron y con ello muchas novedades y cambios.

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