Sola quedó la aldea.
Ya no se oyen las risas de los niños
en el patio de la escuela.
Ya solo el murmullo del rio queda.
No se oye el sonido del cabruñar en la siega,
solo los grillos cantan en la pradera.
Ya no va la moza a sallar a la siembra,
ni cosecha en cada surco ilusiones y amores,
solo se oye el eco lejano del canto del cuco.
Ya no va el ganado a beber a la fuente, no resuenan
las alegres esquilas.
Solo hay silencio ya no hay gente.
Ya solo se oye el graznar ronco de la corneja.
Ya sola y triste quedo la aldea.
Ya no canta el segador en la siega.
Ya no huele a pan caliente en la masera.
Ya no lleva la moza el almuerzo en la cesta,
solo hay silencio en las praderas, el picoteo del
picaniellu en los castaños y robles.
Ya no cantan las mujeres en el lavadero entre
espumas de jabón, ni echan la ropa al verde
esperanza.
Ya no esfuellan el maíz en las tardes de invierno
contando historias a los nietos.
Ya no hay vida en la aldea, ya no. Vivian Esteban
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